
Este lunes 4 de agosto de 2025, miles de clientes del Banco Pichincha reportaron nuevas interrupciones en sus canales digitales: la aplicación móvil y la banca web presentaron fallas que imposibilitan la realización de transferencias, pagos de servicios y consulta de movimientos.
Los mensajes que aparecen al intentar ingresar oscilan entre “Ingreso no disponible. Lamentamos el inconveniente…” y “Tenemos problemas, por favor intente más tarde”, dejando en evidencia el impacto operativo del fallo.
Simultáneamente, circuló en redes sociales información falsa que aseguraba un cierre inminente del banco, acompañada de artes con logos de medios. Tanto la entidad financiera como la Superintendencia de Bancos debieron desmentir públicamente cualquier clausura o intervención oficial.

FILAS Y RETIROS MASIVOS: LA DESCONFIANZA SE TRADUCE EN REACCIÓN
Ante la imposibilidad de realizar operaciones digitales, muchos usuarios se volcaron a las agencias y cajeros automáticos, generando aglomeraciones en ventanillas y filas para retirar efectivo. La circulación de rumores exacerbó la sensación de urgencia, motivando a clientes a asegurar el acceso a sus fondos de manera tradicional. Aunque los cajeros y atención presencial operan con normalidad, el temor a la paralización digital llevó a usuarios a actuar con premura.
No es la primera vez que surgen estos inconvenientes. El 25 de julio, el banco ya había presentado fallos similares, lo que llevó a la Superintendencia a activar protocolos de supervisión y designar un equipo técnico especializado para evaluar y corregir la situación. En informes oficiales se insistió en que la entidad posee una situación financiera sólida y que estos episodios son hechos aislados. Según el portal prensa.ec, las fallas comenzaron el 18 de julio y continuaron hasta el 1 de agosto sin resolverse completamente.
A estos problemas se suma la controversia provocada por un video viral grabado el domingo 3 de agosto, donde Antonio Acosta Espinosa, presidente del banco, responde de forma subestimante a un cliente. Horas después ofreció disculpas públicas, admitiendo que su respuesta “no estuvo a la altura del respeto y cercanía que merecen quienes confían en nosotros” y confirmó que se trabaja “de manera activa en soluciones tecnológicas y en la mejora de atención al cliente”.
La combinación de fallas reiteradas, desinformación viral y una respuesta institucional percibida como tardía ha generado un ambiente de incertidumbre entre los clientes del banco. Aun cuando la atención presencial y los cajeros funcionan, la dependencia creciente de lo digital convierte cada interrupción en un riesgo para la percepción pública del sistema bancario.
LO QUE VIENE: SUPERVISIÓN, MEJORAS Y NECESIDAD DE TRANSPARENCIA
La Superintendencia de Bancos continúa con su monitoreo activo, exige informes técnicos y dará seguimiento a las medidas correctivas aplicadas por el banco. Mientras tanto, los clientes demandan un servicio estable, protocolos claros de respuesta ante fallas y una estrategia de comunicación que reduzca el riesgo de desinformación.
