EL JARDÍN CAFETERO, UNA INICIATIVA FAMILIAR QUE FLORECE A 2 140 METROS SOBRE EL NIVEL DEL MAR

  • Por Jordan Rosero – Redacción Ibarra

A solo cinco minutos del centro de Ibarra, florece un proyecto singular que entrelaza tradición cafetera, agricultura sostenible y turismo vivencial: el Jardín Cafetero. Este espacio, ubicado en Cananvalle, nororiente de Ibarra, se ha consolidado como una propuesta única de turismo urbano-rural que pone en valor el café de altura, un producto históricamente marginado en la región pero con un potencial extraordinario.

La iniciativa nació como un proyecto familiar liderado por Carlos Gabriel y Andrés Yépez Salazar, quienes, junto con un equipo multidisciplinario de diez personas —entre caficultores, guías turísticos y personal de apoyo—, han logrado convertir este espacio en un aula viva para el aprendizaje sensorial y técnico del café de especialidad.

DE LA CEREZA A LA TAZA: UNA EXPERIENCIA EDUCATIVA Y SENSORIAL

El recorrido guiado, de aproximadamente una hora y media, invita al visitante a sumergirse en el universo del café desde sus raíces.
Las caminatas entre cafetales, intercalados con árboles de aguacate, cítricos y otras especies nativas, revelan una biodiversidad que favorece tanto la calidad del grano como la experiencia del visitante.

El recorrido continúa con talleres donde los asistentes observan los procesos de lavado, secado, tueste y molienda. También y aprenden a preparar café utilizando métodos como el V60, una forma de preparar café por goteo manual, que se caracteriza por usar un cono en forma de «V» con un ángulo de 60 grados, la Chemex, una mezcla de te y café o la prensa francesa. Además, tienen la oportunidad de catar distintas variedades y evaluarlas bajo los parámetros de la Specialty Coffee Association (SCA), promoviendo una cultura cafetera crítica y consciente.

TURISMO, CIENCIA Y TERRITORIO

Con una producción promedio de 10 a 15 sacos por temporada (cada tres meses), el Jardín Cafetero no busca volumen, sino excelencia. Su enfoque está alineado con los principios del café de especialidad: trazabilidad, sostenibilidad y valor agregado. La finca es, en sí misma, un laboratorio de prácticas agroecológicas, donde el café convive con cultivos asociados, promoviendo un equilibrio agroforestal que mejora tanto la productividad como el paisaje.

Este enfoque ha convertido al Jardín Cafetero en un destino emergente que atrae entre 200 y 500 visitantes mensuales, tanto nacionales como extranjeros. Más allá de lo turístico, se trata de una propuesta educativa que fortalece la identidad local y fomenta el consumo consciente, conectando al consumidor final con el origen del producto.

VARIEDADES DE CAFÉ EN EL JARDÍN CAFETERO DE IBARRA

El Jardín Cafetero cultiva una diversidad de variedades de café arábigo, seleccionadas tanto por su valor genético como por su potencial en taza. Cada una responde a condiciones agroecológicas específicas y aporta perfiles sensoriales únicos. Entre las principales variedades cultivadas se encuentran: Moka, Java, Caturra, Geisha, Catuai, Bourbon, Typica, Catucaí y Sydra.

MÁS QUE CAFÉ: UN MODELO DE DESARROLLO LOCAL

El Jardín Cafetero de Ibarra es un ejemplo de cómo el café puede convertirse en eje articulador de turismo, educación ambiental y economía familiar. En un contexto donde muchas zonas rurales enfrentan migración, monocultivo o abandono, este proyecto demuestra que es posible revalorizar los saberes ancestrales mediante una mirada contemporánea y sostenible.

En Imbabura el café también reclama su lugar como protagonista de una nueva narrativa andina: una que nace de la tierra, se filtra en la taza y deja huella en la boca.


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